Decia hace poco el filósofo estrella para ciertos sectores «elevados», Yuval Noah Harari, que los seres humanos no luchan por los recursos materiales o territoriales, sino por las narraciones, «las historias» que los seres humanos «imaginan en sus mentes». Una perspectiva hecha como introducción para un libro cuyo propósito es explicar a niños el porqué de los conflictos. Claro uno se pregunta donde queda el maquiavelismo político en esta ecuación, dado que parece que «imaginar» es el foco del problema, cuando no lo es. Harari pone el foco en que el problema es «la gente común» que «imagina cosas» cuando en realidad son los liderazgos tóxicos lo predominante en la creación de conflictos.

Pareciera que esta «imaginación» que Harari describe no proviene de ninguna parte o  la misma es creada de forma espontánea sin ninguna emanación previa, es decir, Harari nos muestra una «imaginación» que está separada del mecanismo de inercia cultural de repetición de ideas y chouvinismos que la mente consume dentro de su entorno tribalizado que llamamos «nación» o «país», lo cual no es así. La mente a la que se refiere Harari es una que está sujeta precisamente a la inercia de la ideas que son consumidas dentro de una cultura dada, las cuales pueden ser amplificadas con un mal liderazgo y de hecho condicionar la «imaginación natural». Pero eso no tiene nada que ver con la imaginación pura. Harari confunde «la mente cultural» o  «la mente inducida por decisiones jerárquicas» con la «imaginación» y son dos cosas cualitavamente distintas.

De hecho es la imaginación, liberada del yugo de la cultura,  lo que puede salvar a la mente de si misma o de la «ideocracia» generada por una cultura cuando está en conflicto con otra.  La imaginación activa es la usada (como un regalo de Atenea) por los escritores, los creadores, los artistas y filósofos para plantear un espejo que desmonte a la propia mente, como si esta fuera el propio escudo de Perseo en realidad es lo único que puede petrificar a la Medusa. La «imaginación» como puente hacia la intuición puede acercarse a verdades que se quieren ocultar, y que normalmente son ocultadas por el un fatídico liderazgo o las élites tóxicas. Lo que aparece primero como una intuición, aun no siendo infalible, más tarde puede ser perfectamente corroborado.

 

En el mundo griego aparecen tres estadios arquetípicos de «Mente». 

  • El primero es Cronos, al que Hesiodo en su Teogonía muestra como paranoico y con miedo a perder su poder, por eso en el mito devora a su propia descendencia. (eso es debido a la causa-efecto que estableció antes derrocando y castrando a su padre Urano)  Hesiodo le llama de «retorcida mente».

Cronos representado con su guadaña, alegoría del «tiempo lineal». 

 

  • El segundo es Zeus, de cuya cabeza o mente nace «Atenea», la virgen armada y sabia que sirve de consejo divino a los mortales, ella es el agente del «Nous» o mente cósmica que ayuda a los seres humanos a realizar sus labores aparentemente imposibles. Ella asiste a Ulises y a Perseo, entre otros.

De la cabeza de Zeus nace Atenea, le flanquea Apolo con su lira y señala a Perseo que porta el escudo Aegis. 

 

  • El tercer arquetipo es la destilación de Atenea en el plano del hierofante, Perseo dotado con el escudo del Aegis, que también se entiende como una armadura primordial hecha de piel de cabra (alusión al Vellocino de Oro o a la cabra Amaltea), el caso es que el Aegis como escudo hace que la Medusa se vea reflejada en el escudo de Perseo y este pueda descabezarla. Del cuerpo de la Medusa nacen Pegaso y el gigante Criasor (espada de oro). Es la naturaleza alada de Pegaso la que destila el potencial de aquel que ha petrificado al «falso yo» a la Medusa, la falsa narrativa de la mente, para poder iniciar el camino de retorno junto con Pegaso al jardín de las Hespérides, es decir, entrar de nuevo en el Jardín del Edén, puesto que contiene las manzanas áureas, la autoprogramación de la consciencia.  De ahí Perseo podrá derrotar a Ceto y establecer matrimonio con Andrómeda, lo celeste, dado que a su muerte Atenea le cede un lugar entre el cielo junto a Perseo.

Gustavo Moreau en su interpretación de Pegaso y el «poeta errante». 

 

Desde aquellos tiempos míticos, los artistas y los poetas entendieron a Pegaso como el potencial del vuelo de la imaginación que vuela en el Pneuma, en el campo del espíritu, para volver en su inspiración primordial al vórtice de la creación de lo real, el Jardín original, el principio mismo de la creación humana. Ese sería el lugar de «Aion» la deidad griega que cualitativamente se asoció al tiempo y que abarca pasado, presente y futuro, que posteriormente se asoció a los ciclos.

Ese lugar de núcleo de creación perceptiva para mí seria análogo al estado de Avalokiteshvara en el mundo hindú, donde el ego ya no se reconoce como su fragmentación en la narrativa cultural dada, sino que su percepción está directamente vinculada a la emanación del Nous, ese sería el retorno al Jardín Edénico, a las Hespérides más allá de esfera Astral sujetada por Atlas a la entrada de las Hesperides.

 

Avalokiteshvara, representado en la tradición tibetana.

 

Aunque el mundo Griego y el mundo Hindú paracen separados, se conocen los diversos intercambios que en el pasado se dieron entre ambos. No por casualidad el relámpago que Zeus sujeta es análogo al Vajra Hindú.

 

Es por ello, que la «imaginación» no es el problema, dado que la misma puede ser agente de revelación es también intuición como la que uso Julio Verne, Nikola Tesla o Gene Roddenberry, entre otros. El problema no es la imaginación sino la mente que no la utiliza ni la ve como virtud, ya que esta permite el vuelo alado más allá del propio laberinto al que somete la descripción de terrenal y la narrativa de la cultura para ir más allá de los espejismos producidos por la misma.

Simplificar el problema y decir que son «imaginaciones de la mente» las que crean los conflictos humanos es quitar responsabilidad a aquellos que utilizan la «psico-historia», la instrumentalización de la historia para justificar toda clase de actos deplorables. Pero no, la imaginación no es el problema, es lo sacro.

Por una imaginación que permita al ser humano crear su «sueño lúcido» hacia la Paz!