Hace mucho tiempo, hacia el año 1500 a.C. y más tarde durante el tiempo de los filósofos hasta el siglo IV d.C.  los griegos sentian un misterio asociado a la propia tierra o Gea, creadora de toda clase de titanes y dioses, pero también de las diosas que producian la vida vegetal misma. Para ello establecieron una serie de Misterios.

Estos estaban dedicados a principalmente a Demeter, diosa de las semillas, que era a su vez alegoría de la muerte y la resurreción, hija de Cronos y de Rea,  estaba al cargo de los ciclos del año.  Dos hijas, una llamada Despena con Poseidon y otra llamada Perséfone con Zeus, que también tenian presencia en los misterios. De los Misterios Eleusinos poco sabemos salvo que había dos clases, menores y mayores. Actualmente se considera que destacados filósofos fueron iniciados en los mismos, sobre todo en los misterios mayores donde el concepto de «ver la verdad» o «ver a Aletheia» era fundamental. Han existido muchas especulaciones acerca de las interpretaciones sobre el uso del cornozuelo de centeno como fermento alucinatorio en la bebida de cebada y menta llamada Kykeon. Pausanias, viajero y geógrafo de la antigua  Grecia nos cuenta que aquellos que visitaban los oráculos, como el de Trofonio en Beocia, recibian simultaneamente la posibilidad de poder beber del «rio del olvido» o del «rio de la memoria». El incauto bebía solo del rio del olvido.

Los Misterios tenian que ir más allá de una simple intoxicación alucinatoria en la que quedaban atrapados aquellos resonantes con el bajo astral en los misterios de primavera. Las capas externas de los Misterios Eleusinos no tenian que ver con lo que ocurría en el Telesterión meses despues, lugar del corazón de los misterios y revelación, este lugar sacro, a todas luces, tenia que ver con la mitología asociada, porque el nombre de las hijas de Demeter, Despena y Perséfone solo se podía pronunciar allí. Entonces hay que entender la mitología para poder descodificar parte del enigma, dado que era la propia «visión» acerca de la propia naturaleza la que estaba en la balanza, y no solo eso, sino también los misterios de la «muerte» y la «resurreción», de los ciclos de renacimiento del propio «alma» que como Pitágoras nos decía, volvia a enfrentarse con nuevos desafios, para «recordar» su fuente primigenea.

Seguramente los asistentes a ese corazón oculto en el Telesterión acariciaban por unos momentos la presencia y sensación de estar arrojados a un devenir cósmico infinito, donde la máscara, el personare, se disolvía y se veian los unos a los otros como náufragos que estaban en el camino de poder llegar a descubrir su esencia, a adquirir la esquiva consciencia de Ser, que es ahogada por el ego en lo cotidiano una y otra vez. Seguramente el tiempo se detenia para ser un potencial de espacio absoluto, donde durante un tiempo podian reconocerse como hermanos y hermanas sin tiempo, arrojadas al devenir de Cronos (padre de Demeter) y su apetito infinito en el circuito de Hades, y ahí, en ese sagrado interludio, se encontraban ante la emanación de no solo una vida, sino un recorrido de muchas, consiguiendo rescatar algo de memoria sagrada entre las múltiples encarnaciones para liberarse del yugo del falso demiurgo que les hace enfrentarse entre si. Era un encuentro con la sombra de la inmortalidad a la que el ser humano, como Sísifo, es arrojado hasta que puede encontrar su llave de liberación, pero sobre todo de recuerdo primordial mas allá de la mera identificación con lo matérico y sus jerarquias sociales del absurdo.  ¿quién llegaba a esos lugares? El alucinado intoxicado con cornozuelo y cebada no. Pero sí el sobrio lúcido en el corazón de amor a Sophia, a la búsqueda de Aletheia. Tales maniobras metafísicas de energía sutil no debian resultar fáciles de conseguir, y quizás no se lograron siempre pues dependia de la destilación de la cualidad del recuerdo atemporal, pero ¡que eco de liberación es tan solo acariciar la idea de eso mismo!

En el mito Perséfone es secuestrada por Hades, y aunque logra salir del infierno la mitad de los meses del año, la otra mitad queda oculta y atada al dios de la muerte. Este mito es un eco de otro sumerio, el del descenso de Inanna o Isthar al inframundo donde se enfrenta con un doble suyo, Ereshkingal. Dumuzi su amante la recibe despues de que ella es resucitada con el Agua de la Vida por Enki y los Anunaki. Al vestirse Dumuzi con grandes galas para recibirla, la resucitada se enfada y lo mata, por lo que Dumuzi se va al inframundo, Isthar arrependida se va a buscarle y así comienzan los ciclos de la primavera, verano, otoño, invierno.

En la antigua Grecia es gracias a Hermes que Perséfone pudo salir de las profundidades de la tierra, pero al haber comido seis granos de la granada de Hades, esta queda sujeta al poder del mismo durante seis meses al año. El hecho de que es Hermes quién rescate parcialmente a Perséfone del inframundo es más que significativo. Hermes a diferencia de otros dioses tiene la cualidad de ser un  psicopombo, es decir puede transitar entre las realidades y dimensiones, el inframundo, el mundo terrenal y el mundo de los dioses. Apolo ejerció antes dicho cargo, pero fue Hermes quién definitivamente se quedó haciendo dichas funciones. En el Telesterión, era la energía de Hermes la que emanaba para posibilitar el rescate del olvido de Ser (Perséfone secuestrada) y lograr la apertura de consciencia fuera del tiempo.

Posteriormente, los filósofos, en concreto Platón en el Timeo, no nombra a Gea, Zeus Demeter ni a Perséfone como tales, sino que nos habla de cómo el Demiurgo (positivo en este caso) crea a la propia esfera planetaria, centrándose en su forma estructural y otros aspectos exóticos y matemáticos  al respecto del resto de los planetas. Todo se vuelve extrañamente conceptual, ajeno a la descripción típica de los dioses, si acaso está hablando un lenguaje de lo intemporal. Se tiene prácticamente la certeza de que Platón acudió a los misterios y anteriormente Sócrates, la interpretación de su experiencia mezclada con la mística pitagórica fue una abstracción de las potencias de las deidades al respecto de la estructura de aritmética musical, y fue seguramente en un libro de Filolao donde debió encontrar respuestas a cómo articular toda esa complejidad cosmológica de forma definitiva, después en su exégesis. De alguna manera, Platón fue un punto de reunión de circunstancias excepcionales, los Misterios, Sócrates, Arquitas, los pitagóricos, Egipto y es a través del relato del «Mito de Er» donde da testimonio del espejismo de la memoria entre existencia y existencia. Ahí relata la experiencia de un soldado que no bebe del rio del Leteo, de lo que deducimos que Platón tuvo acceso directo a los Misterios de Telesterión.

El hecho de que Hermes, sea el creador de la Lira, no deja este detalle sin menor importancia, sino que subraya precisamente la memoria perdida de la propia Perséfone al estar en contacto con Hades. La música trae recuerdos, la música es temida por el falso demiurgo, dado que es el lenguaje órfico de las Musas, camino de retorno. La memoria para los griegos era una cuestión sacra, dado que todo se basaba en ello, en recuperar la Aletheia, la verdad, la visión primera más allá del olvido de los rios del Hades, del inframundo. Por ello Perséfone es una Sofia caída que participa del olvido del rio de Leteo, del rio de Hades, y es Platón quién toma una postura Hermética acerca de explicación de la propia naturaleza, es decir, del «Alma del Universo» como él la llama, y asi rescatar una parte de Perséfone que está mas allá de su descripción meramente orgánica y terrenal, dado que lo vegetal también tenia una puerta resonante con la arquitectura del cosmos.

La propia revolución de los textos platónicos radicaba en que no seguían el paradigma teológico de la época, sino que de forma similar a Sócrates, exaltó la conceptualización y la metáfora de las deidades para crear una cosmogénesis que tuvo como origen la tradición egipcia. El oráculo de Delfos tuvo a Temistoclea, sacerdotisa de la que se dice que Pitágoras aprendió varios enigmas. La relación entre los misterios antiguos del Telesterión y la «Musica de las Esferas» aún no ha sido resuelta dado que nos falta mucha información de dichos secretos, pero, de hecho, las proporciones sagradas vienen de estructuras de conocimientos que proceden de otras culturas cercanas en las que la casta sacerdotal guardaba silencio respecto a las matemáticas, arquitectura, astronomía y la armonía.

Apolo y Dionisio, al igual que Demeter y Perséfone tenian sus ciclos al respecto de la función del Oráculo delfico, activo en tiempo de primavera y verano con Apolo, e inactivo en otoño e invierno con Dionisio. De los dos dioses, Apolo fue quién guardó la Lira de Hermes de tradición órfica y misterio de los pitagóricos que se vinculó directamente al oráculo en si, al tiempo que el laurel era usado por la Pitonisa como evocación al hijo de Zeus y a la perenne Dafne. La naturaleza tenia un ritmo oculto, un orden, una estructura armónica, que se conceptualizó en observaciones que máquinas imposibles, pero reales, como la de Anticitera trataron de guardar, revelar y sintetizar.  Grecia fue un lugar donde los ciclos de las deidades se pudieron traducir el mecanismos que se convirtieron en las primeras computadoras rudimentarias pero muy complejas. El Alma del Mundo misma era un enigma matemático, una «semilla» de conocimiento que hacia brotar en esencia evocaciones a la Música de las Esferas y los enigmas asociados a las mismas proporciones arquitectónicas y geométricas.

Las musas transportaban el conocimiento de Mnemósine (la Memoria), que no era sino otra forma de llamar a Aletheia (o la verdad), ella era la Musa Uránide o ancestral madre de las demás, hija de Gea y Urano, es decir del vínculo entre Cielo y Tierra. El Iniciado en los Misterios debia conseguir beber del rio del Mnemósine y no del Letheo cuando estos morian, con el objetivo de no perder la memoria ancestral y asi recuperar la «visión primera, la visión de Arché» otra forma de la musa Mnemósine . Pero el objetivo del filósofo era que eso pudiera producirse en la propia existencia bailando con las Musas para ir hacia la unidad y Luz que representaba Apolo para los pitagóricos. Sin la lira de Hermes,  y el lenguaje sacro de las matemáticas sagradas eso jamás seria posible. Parecen cuestiones del pasado, pero ¿y si no lo fueran?